No puedo evitar un sabor metálico al final de la boca, casi en la garganta, como cuando tomas sacarina con el café.
No es un misterio, la culpa es mía, que dejé de trabajar y abrí el litro de Mahoh demasiado pronto, a las 20 y 10, cuando me enteré de los primeros sondeos. Pasó muy rápido, comenzaron los primeros escrutinios y yo fui a la cocina a localizar la botella de cava catalán. Psoe 172, IU 3, a mí me salían las cuentas, sobre todo por aquel 138 del PP en la parte superior de la pantalla, como dándome ánimos.
No quise escuchar a los más escépticos (realistas), yo quería celebrar y celebraba, probablemente por eso cuando empezó el hundimiento, cuando las cifras de la esquinita superior derecha del televisor empezaron a desplomarse y a crecer en el sentido contrario, y las desganadas banderitas azules comenzaron a agitarse con más fuerza, yo no pude más que presentir una catástrofe.
T llegó tarde y cansado, en plena vorágine electoral."Tranquila, vamos muy bien" me dijo. Venía con los cascos puestos y no se los quitó ni para ir al baño. G se sumergía en su plato de tallarines ansiosa y en silencio. Yo los miraba a uno y a otro alternativamente, cambiaba de canal, pero los numeritos de la pantalla seguían su descenso 170-150, 169-151... T miraba la tele, oía la radio, y dejaba que su cena se enfriara sobre la mesa, yo increpaba a G para que se pronunciara, "están buenos, ¿eh?" contestaba con la boca manchada de nata y sin despegar los ojos de la pantalla.
Cuando Llamazares se despidió, una oleada de inevitable culpabilidad me hizo mirar con rabia el hemiciclo azul y rojo "No es culpa nuestra- me dijo G, que me veía compungida - el juego político". El juego político. Claro que sí, y podía haber sido peor, mucho peor...
De pronto, T se levantó de golpe, con sus auriculares puestos, y llevó los brazos arriba, puños cerrados, en una celebración silenciosa. Nosotras miramos de nuevo la tele, buscando la clave de aquel entusiasmo. Aunque fuera de peligro, la distancia se seguía acortando, así que miramos a T , espectantes, pidiendo una explicación.
Él volvió a sentarse despacio, con una media sonrisa
- ¡Gol del barça....!
En realidad todo el mundo celebraba. R me llamó ya a altas horas, "¡ganamos!" decía, y eso que votó a IU. Yo, que parece que sí que gané, desperté esta mañana sin resaca y me vestí de lunes.
El equilibrista del paso de peatones vino a trabajar como cada día sobre su monociclo.
Encima del luminoso que me orienta a diario (9:04, 5 grados) ya no hay banderola azul.* Sin embargo, Llamazares sigue colgado de las farolas y ZP posado en las ramas de todos los árboles de la calle.
"Somos más"- dice.
Hombre, pues ahí, ahí, andamos. Ahí, ahí.
*Ver post 11
No es un misterio, la culpa es mía, que dejé de trabajar y abrí el litro de Mahoh demasiado pronto, a las 20 y 10, cuando me enteré de los primeros sondeos. Pasó muy rápido, comenzaron los primeros escrutinios y yo fui a la cocina a localizar la botella de cava catalán. Psoe 172, IU 3, a mí me salían las cuentas, sobre todo por aquel 138 del PP en la parte superior de la pantalla, como dándome ánimos.
No quise escuchar a los más escépticos (realistas), yo quería celebrar y celebraba, probablemente por eso cuando empezó el hundimiento, cuando las cifras de la esquinita superior derecha del televisor empezaron a desplomarse y a crecer en el sentido contrario, y las desganadas banderitas azules comenzaron a agitarse con más fuerza, yo no pude más que presentir una catástrofe.
T llegó tarde y cansado, en plena vorágine electoral."Tranquila, vamos muy bien" me dijo. Venía con los cascos puestos y no se los quitó ni para ir al baño. G se sumergía en su plato de tallarines ansiosa y en silencio. Yo los miraba a uno y a otro alternativamente, cambiaba de canal, pero los numeritos de la pantalla seguían su descenso 170-150, 169-151... T miraba la tele, oía la radio, y dejaba que su cena se enfriara sobre la mesa, yo increpaba a G para que se pronunciara, "están buenos, ¿eh?" contestaba con la boca manchada de nata y sin despegar los ojos de la pantalla.
Cuando Llamazares se despidió, una oleada de inevitable culpabilidad me hizo mirar con rabia el hemiciclo azul y rojo "No es culpa nuestra- me dijo G, que me veía compungida - el juego político". El juego político. Claro que sí, y podía haber sido peor, mucho peor...
De pronto, T se levantó de golpe, con sus auriculares puestos, y llevó los brazos arriba, puños cerrados, en una celebración silenciosa. Nosotras miramos de nuevo la tele, buscando la clave de aquel entusiasmo. Aunque fuera de peligro, la distancia se seguía acortando, así que miramos a T , espectantes, pidiendo una explicación.
Él volvió a sentarse despacio, con una media sonrisa
- ¡Gol del barça....!
En realidad todo el mundo celebraba. R me llamó ya a altas horas, "¡ganamos!" decía, y eso que votó a IU. Yo, que parece que sí que gané, desperté esta mañana sin resaca y me vestí de lunes.
El equilibrista del paso de peatones vino a trabajar como cada día sobre su monociclo.
Encima del luminoso que me orienta a diario (9:04, 5 grados) ya no hay banderola azul.* Sin embargo, Llamazares sigue colgado de las farolas y ZP posado en las ramas de todos los árboles de la calle.
"Somos más"- dice.
Hombre, pues ahí, ahí, andamos. Ahí, ahí.
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