miércoles, 4 de mayo de 2011

Échate un pizco

-Mira, estoy desesperada,- dice G., prácticamente gritando desde la cocina mientras friega los cacharros-
- ¿15 euros te costó?
- Sí, tía, 15,90
- ¿Y funciona?
- Bah, yo que sé, ¡prueba un poco!
- Mmm
- Que sí boba- G. se asoma a la puerta de la cocina para insistir- cuatro gotitas bajo la lengua
- Bueno, espera que me lea el prospecto- El prospecto es un papel amarillo con una foto del producto en distintas presentaciones, a saber: gotas, espray y pastillas, que explica: "Rescue Remedy puede ayudarte en situaciones tales como (recuadro amarillo, destacado): Miedo a volar en avión, exámenes, hablar en público, entrevista de trabajo, recibir una mala noticia, un divorcio, estrés, despido laboral, ruptura sentimental o preparativos de boda.
Bueh, pienso, y saco el cuentagotas del bote mientras relaciono mentalmente la preparación de una boda con un despido y un examen.

- Bajo la lengua ¿eh? - dice G. Yo dudo un momento, y por fin pruebo una. Y luego unas dos o tres mas. Paso un momento saboreando el liquidillo espeso.
- G., esto sabe como a alcohol
- Sí, es que diluyen el remedio con Brandy
- ¿Y eso?
- Yo que sé
...
- ¿Y cuántas dices que hay que tomarse?
- 4 Gotas, disueltas en líquido o debajo de la lengua, tantas veces al día como te haga falta, y entre las comidas. Pero mira, yo me echo un chorro cada vez que quiero, ¿sabes?

Yo hago los cálculos, y con 15,90 me da para dos botellas y media de Ron Miel. Una de Bombay. Dos de Viña Esmeralda. Aunque probablemente la cosa esta se asemeje más al orujo. De hierbas, claro.

viernes, 29 de abril de 2011

Días

La oficina de correos está cerca, apenas a 100, 200 metros del faro. Voy cargada de papeles, esperanzas en tiempo y forma, los cuentos que te cuento mientras duermes. Sólo me faltaría llevarlos enrollados dentro de una botella, sería más propio, pienso, sería también más caro, pienso, más caro, y con la bobería, ya gasto tanto dinero en lo que voy y vengo y mando e imprimo y un paquete de folios de 500, por favor. Olvidada la botella, entonces. Pienso.

Una mujer rubia, amable, sella mis papeles, otra mujer con monedas en una bolsa de plástico pregunta por si un pago es al mes, la mujer rubia, amable "no, anual" le dice ¿qué es "anual"? dice la mujer mientras hace un nudo en la bolsa de plástico, sucia, sobada, transparente. La mujer rubia me mira, sonríe nerviosa "una, una vez al año" dice mientras levanta apenas el dedo índice detrás del mostrador. La mujer, con la bolsa bien guardada ya dentro de una especie de riñonera, se ríe a cántaros, mientras se aleja "ah, es que yo no entiendo" dice, mientras ríe, como quien canta. La mujer rubia vuelve a la amabilidad y a mis papeles y me entrega el recibo.

Bajo las escaleras, una chica joven está sentada con su bebé en brazos, también está su madre, la abuela. Un chico, un hombre diría, en chándal, también con su madre, agasaja al niño "Hay que ver qué guapo eres, con esos ojos azules, vas a traer locas a las niñas, pero tú no hagas caso a las niñas, sólo a tu madre ¿eh?" La madre, la de él, interviene, "anda, anda, vamos," le dice, "que tú ya tienes tres". Y luego, mirando a la otra madre, a la otra abuela "La última de ocho meses, preciosa, pre-cio-sa" Más que el tuyo, mucho más, anda vamos, venga, a casa. Que me tienes contenta.

El hombre que vende los ciegos en la esquina tiene el hueco de un ojo tapado por la carne. Los dientes se le salen de la boca cerrada.

Hace sol y Chet Baker rebusca en el contenedor de mi casa. Ojalá que encuentre el pan con queso tierno.

Hay días en esta ciudad en los que tengo miedo de no volver a dormirme y olvidar los nombres de las cosas.

viernes, 14 de enero de 2011

Otro (sí, otro) blog


Queridos parroquianos, últimamente paro mucho por aquí, por si les apetece echarse algo.

martes, 4 de enero de 2011

Para contestar así de bien a una pregunta tan mala

"Porque no sé bailar el tango, tocar un instrumento musical como la celesta o elglockenspiel, resolver problemas de matemáticas superiores, correr una maratón en Nueva York, trazar las órbitas de los planetas, escalar montañas, jugar al fútbol, jugar al rugby, excavar ruinas arqueológicas en Guatemala, descifrar códigos secretos, rezar como un moje tibetano, cruzar el Atlántico en solitario, hacer carpintería, construir una cabaña en Algonquin Park, conducir un avión a reacción, hacer surf, jugar a complejos videojuegos, resolver crucigramas, jugar al ajedrez, hacer costura, traducir del árabe y del griego, realizar la ceremonia del té, descuartizar un cerdo, ser corredor de Bolsa en Hong Kong, plantar orquídeas, cosechar cebada, hacer la danza del vientre, patinar, conversar en el lenguaje de los sordomudos, recitar el Corán de memoria, actuar en un teatro, volar en dirigible, ser cinematógrafo y hacer una película, en blanco y negro, absolutamente realista de Alicia en el País de las Maravillas, hacerme pasar por un banquero respetable y estafar a miles de personas, deleitarme con un plato de tripas à la mode de Caën, hacer vino, ser médico y viajar a un lugar devastado por la guerra y tratar con gente que ha perdido un brazo, una pierna, una casa, un hijo, organizar una misión diplomática para resolver el problema del Medio Oriente, salvar náufragos, dedicar treinta años al estudio de la paleografía sánscrita, restaurar cuadros venecianos, ser orfebre, dar saltos mortales con o sin red, silbar, decir por qué escribo."

Alberto Manguel, ¿Por qué escribo? El País Semanal, 2 de Enero de 2011

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