viernes, 16 de noviembre de 2007

2- Entre las piernas

Elegir el metro como medio de transporte a hora punta supone no pensar demasiado. Supone bajar al andén medio dormido, cargado con el abrigo y con el bolso, y meterte en un vagón dónde, objetivamente, no cabes (una, dos, tres, padentro). Y una vez dentro aún es peor, la gente, que objetivamente no cabe, sigue entrando, acercándote cada vez más al resto de la gente, aplastándote contra el cristal de la puerta de enfrente. Alguien se sube y me agarra de la cintura, es su única esperanza de mantenerse dentro; no pasa nada, hace tiempo que renuncié a mi espacio vital. Y siguen entrando, algunos incluso se mueven (cintura y hombros) de un lado para otro, para hacerse un hueco entre los cuerpos, como cuando te cuelas dentro de una cama con las sábanas y las mantas prensadas al colchón. Pero luego, tirso de molina, sol, gran vía, tribunal, la gente va desertando poco a poco. Sólo quedamos los que seguimos la excursión hasta Plaza de Castilla (qué buenas son las monjas del colegio). Allí, con nuestra ropa de domingo, nos entrenemos cada cual como podemos, mirando al de enfrente, leyendo por encima del hombro el períodico gratuito del de al lado, acechando a ver quien será el próximo en levantarse de su asiento para correr a por él.
Todos, sentados o de pie, mantenemos las piernas entreabiertas y el pequeño paquete bien sujeto con los tobillos.
Lo más socorrido es la bolsa de cartón, aunque también los hay con tarteras de diseño o mochilas de propaganda. Yo me acuerdo del recreo, y de la talega rosa y blanca, aquella de la cintita que ponía "mi merienda", dónde llevabábamos el sanwich de nocilla, cuando tocaba, y si no de chorizo, o jamón y queso. Pero, ah, cuando tocaba nocilla.
También yo llevo mi almuerzo correspondiente, bien colocado en la bolsa del zara, y también, como el resto de mis compañeros de viaje, disfruto de la pequeña diversión que consiste en espiar las bolsas de los vecinos: taperwares de tortilla, bocadillos envueltos en platina, ensaladas prefabricadas, barritas de biomanán. También a mi me espían, también los demás husmean entre mis piernas, buscando algo para pasar el rato, y ya vamos por Tetuán.
Hoy llevo petisuí fresa-plátano. Soy la envidia del recreo.

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