Un niño hace pruebas de spring: coge carrerilla desde la zona de infantil, en un extremo de la planta, y gana velocidad para frenarse justo en el estante de poesía de bolsillo, en el extremo opuesto. En su carrera se lleva por delante clientes incautos que buscaban libros entre las novedades de los mostradores del centro, y eso le gusta. Al poco ya no es suficiente, decide completar el ejercicio olímpico arrojando el dinonsaurio rojo que lleva en la mano desde el principio de las pruebas. Así que coge carrerilla y cuando alcanza la velocidad óptima lanza el pequeño dinosaurio, justo antes de estamparse, muerto de risa, en el estante de la poesía de bolsillo. El arma arrojadiza, de un plástico duro que podría confundirse con metal en una denuncia, sale disparado aleatoriamente, agrediendo estantes, libros y señores, al gusto. Los señores, y sobre todo las señoras, se indignan y miran hacia los lados, esperando que la madre de la criatura les oiga y, avergonzada, agarre del brazo al pequeño atila y salga del establecimiento, aprendiendo una lección sobre la educación de su prole.
La madre por fin llega, es una voz desde el otro lado del pasillo, el comienzo de la carrera, y avanza segura sobre sus tacones, cabeza alta, coge de la mano al monstruito y, divertida, se aleja con él, ante la mirada de indignación de la clientela.
El pequeño aún puede liberarse un instante de la mano de su madre, dar una última carrera hasta la escalera mecánica, regalándome un lanzamiento definitivo contra uno de los señores que barbarizaba.
Lo echo de menos.
La madre por fin llega, es una voz desde el otro lado del pasillo, el comienzo de la carrera, y avanza segura sobre sus tacones, cabeza alta, coge de la mano al monstruito y, divertida, se aleja con él, ante la mirada de indignación de la clientela.
El pequeño aún puede liberarse un instante de la mano de su madre, dar una última carrera hasta la escalera mecánica, regalándome un lanzamiento definitivo contra uno de los señores que barbarizaba.
Lo echo de menos.
3 comentarios:
Qué bello. Y ella con el chaleco y unos cuantos libros a punto de colocar descojonada en una esquina.
Siento un extraño amor por los niños rebeldes últimamente... no será la edad?
Guapa!!
TENGO UNAS GANAS DE VERTE!!!!
Y NO TENGAS PROBLEMAS CON MI LUCÍA, YA ESTÁ GRANDE
Y ya stá?? Tenemos mutismo para dos meses ahora? o qué? NO es justo. Noesjuuuuuuuuuuuuuustoooooo!
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