domingo, 28 de noviembre de 2010

Salada

Estos días, vaya, no es que hayan ido fatal (mal, muy mal, fatal), no, pero tampoco han salido las cosas, digamos, a pedir de boca. Las cosas no empiezan fáciles, ya se sabe. Sin embargo tengo buen humor, o al menos, no tengo el mal humor que se correspondería, en mi carácter (de natural, dama de las camelias) con las complicaciones que han tenido los acontecimientos. Creo que estos años, por mucho que extrañara el mar, por mucho que extrañara el clima de esta isla, los había subestimado terriblemente.

Hoy por ejemplo, me bañé. En el mar, claro. Margullé un poco. Bastante. Me entró agua en la nariz. Tosí un poco. Margullé otro poco. Hice el muerto. La felicidad.

Luego hice la maleta. Todo en el cuarto es arena. Arena en la ropa, arena en el suelo, arena en las cholas y en los bolsos. El iphone tiene arena, sí, también. Qué alegría de vida arenosa, qué alegría de humedad, yo, tan salada, todo el rato.

Tengo un poco de susto. No sé si voy a poder, tantas cosas, tantos vuelos.
Aunque todo desaparece, por momentos, porque soy salada, porque voy a verte.

o sea
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.

Viceversa, Mario Benedetti

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